Violencia de género y educación

Como amante de mi profesión de profesor pienso que todos los problemas de nuestra sociedad se pueden resolver a través de la educación. Posiblemente sea demasiado optimista, pero estoy seguro de que una buena parte de la solución viene de la escuela y la educación a edades tempranas.

Ante las últimas noticias que intentan encontrar soluciones para erradicar la violencia de género, se me presenta siempre la misma idea: no se está actuando sobre la raíz del problema.

No quiero decir que todo lo que se hace no tenga repercusión, que si que la tiene, lo que digo es que hay una herramienta mucho más poderosa para erradicar la violencia de género que se ve y, más importante aun, la que no se ve.

En mis aulas puedo comprobar la forma de comunicación de los chicos: la mayor parte se realiza mediante el contacto físico y en bastantes ocasiones incluso de forma agresiva. Parte del problema de la violencia de género radica en que los chicos, que de mayores pasan a comunicarse (y a expresar emociones) con sus parejas, aun no han aprendido a hacerlo de forma verbal y en situaciones de crisis vuelven a aquello que les funcionó en el pasado: la fuerza física.

¿Por qué es esto así?. Seguro que la razón no es única, pero mi experiencia en las aulas me demuestra, tal y como confirman los últimos informes PISA, una desigualdad bastante considerable en la capacidad de comunicación de los chicos respecto de las chicas, ya sea oral o escrita. Esta diferencia de capacidades haría que cada uno utilizase aquello que mejor sabe hacer para, en situaciones críticas, imponer su criterio.

La solución es sencilla: enseñar a los chicos a mejorar su capacidad de expresión lingüística, a saber expresar sus sentimientos y a controlar sus impulsos. Algo para que algunos profesores estamos preparados pero que nadie se atreve a decir que hagamos. ¿Por qué?. ¿Se podrían incluir estos objetivos en la ley educativa?